martes, 8 de mayo de 2012

Cuando amar a los enemigos se hace una necesidad


 “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” Jn 15, 9-17

 Si esto fuera tan fácil creo que el 80 % de nuestros problemas no existirían...y es que en la vida todo tiene que ver con el amor.

 Desde nuestra concepción el amor nos impulsa y ayuda a desarrollarnos saludablemente; las palabras de mamá, de papá si tenemos hermanos, familia en general; con su amor y espera nos ayudan a ser felicies y sentirnos amados.

 Cuando nacemos todos nos engríen y cuando salimos nos protegen; cuando vamos a la escuela nos enteramos que existen otros "protegidos y amados", a veces podemos asumirlo con tranquilidad y otras pueden generar los primeros conflictos.

 Cuántas veces hemos vivido u oido, que los niños de inicial se pelean, se muerden, no se hablan, se pujan, etc; y es que el pecado de Caín muchas veces se repite. Hoy por hoy, cuántas pandillas juveniles, cuántos asesinatos...

 ¿Qué tiene que ver el pecado de Caín con aquellos que me cuesta amar y no me aman?

 Tiene que ver MUCHO.

 Ese relato tan antiguo nos revela una enseñanza que se actualiza en toda la historia de la humanidad: la envidia.

 Cuando no nos sentimos seguros, cuando no estamos contentos con nosotros mismos y lo que tenemos, inevitablemente empezamos a ver qué tienen los demás y en vez de buscar complementarnos empezamos a verlos como amenaza.

 Si nos preguntamos por qué el otro no me quiere en gran número de veces será porque tenemos algo que ellos quieren tener y no lo tienen, esto puede ir desde cosas materiales hasta color de ojos, estatura, rostro, modo de caminar, aceptación de los demás, ropa, etc, tantas cosas que ya ni ellos mismos saben.

 Pero ¡nosotros no somos la excepción!

 Muchas veces el otro me molesta porque me revela alguna carencia, alguna limitación, algo que quisiera ser y no puedo o no tengo las condiciones; el otro muchas veces hasta puede convertirse en mi propio reflejo, puede ser que el otro sea tan parecido a mí que al verlo no lo acepte; sin embrago, en realidad al verme reflejado en el otro y no aceptarme, prefiero recharzarlo.

 Cuántos de nosotros hemos pasado por la experiencia de recibir miradas terribles de desprecio, saludos no correspondidos, desplantes con gestos y palabras y antipatía gratuita...MILES, es lo más humano que puede pasarnos; no quiero decir que humano signifique normal y por lo tanto esté bien, sino que no debemos sorprendernos o por lo menos eso no debe quitarnos la paz.

 Esto se agrava en la relación entre mujeres...¡vaya que sí!

 Al parecer al ser más observadoras, sencibles y más, estas mismas condiciones nos ponen en pésima posición, ya que somos las más vulnerables a caer en este juego dañino.

 Muchas veces las mujeres caemos en comentarios, miradas, desplantes y demás, únicamente guiadas por una impresión, envidia, porque alguien "nos miró como diciendo...", porque alguien "dijo", "no dijo", "hizo" o "no hizo", en conclusión: por tonterías inventadas.

 En esto los varones suelen ser mucho más prácticos, aunque existen tristes excepciones.

 Pero nosotros que somos creyentes y además docentes de Religión ¿qué podemos hacer frente a esto? o es que acaso ¿somos inmunes?

 Definitivamente no lo somos, porque en más de una ocasión hemos sentido lo mismo que Caín: el otro es una amenaza porque me revela mi limitación y no me acepto.

 Sólo en la medida que nos conozcamos, aceptemos y amemos, podremos ver al otro con amor y la envidia no tendrá paso; porque si conocemos bien nuestras fortalezas, lo que somos capaces de hacer y todo aquellos en lo que somos buenos, entonces también tendremos que hacer el sano y sincero ejercicio de reconocer que no todo lo podemos hacer o que hay talentos que no nos fueron dados.

 Cuando reconozcamos que lo mismo que nosotros somos buenos y muy buenos en determinadas cosas, hay otros que lo son para otras y que en la medida que nos complementemos podremos hacer maravillas juntos.

 Por otro lado, como creyentes nos toca muchas veces salir al encuentro de estas personas que no nos ven con agrado y para las cuales resultamos ser "Abel"

 Ciertamente que no será nada fácil, ya que ellos tienen su propio proceso de maduración y aceptación del otro, es probable que al inicio recibamos desplantes y que en alguno de los casos debamos simplemente agotar la diplomacia, pues tampoco podemos violentar su proceso ni exponernos continuamente a desplantes innecesarios; existirán casos en los que debamos ser pacientes y esperar con amabilidad.

 Suele suceder que a veces estas personas dejan espacio como para hablar con ellos y es cuando debemos aprovechar para hacerles ver que no somos enemigos, que podemos ser amigos si lo desean o compañeros si así lo prefieren, pero es importante no responder con la misma moneda, aunque cueste y den ganas, porque la verdad es que algunos sí que las dan, pero hay que ser fuertes.

 Menos mal que contamos con Uno que fue capaz de amar hasta el extremo y que nos enseñó que debemos "amar a los enemigos"; procuremos no tener enemigos ni verlos como tal, procuremos más bien salir al encuentro de estas personas, que en el fondo se portan así porque no nos conocen y que a lo mejor sufren mucho porque se sienten menos o creen que somos una amenza para ellos, demostrémosle que juntos podríamos hacer muchas cosas y pasarla bien, que peleando y envidiando se pierden muchas energías y que sólo sufre el que envidia, el otro ni se entera y sigue su vida.

Algo importante: no perder la paz

 Ahora, debemos procurar jamás perder la paz por este motivo, cosa muy dificl pero no imposible, tengamos presente la mirada de misericordia, estas personas necesitan mucho amor y paciencia, debemos procurar no caer en el mismo juego ni pisar el palito de desanimarnos y deprimirnos, porque una cosa es clara: no hemos venido para que nos amen, hemos venido a amar y en consecuencia servir.

 Si pasas por esta experiencia justo ahora eleva una oración por aquella o aquellas personas y dile al Señor: "Señor, ámalas, perdónalas y a mí también, para que yo pueda amarlas, perdonarlas como Tú".

 Que tengas un excelente día y te sepas muy amado, con muchos talentos y con una bella posibilidad de complementarte con otro para realizar una obra maravillosa.

 Shalom para ti y para aquellos que te cuesta amar o les cuesta amarte!!!

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